ZACARÍAS, EL PADRE DE JUAN EL BAUTISTA
De acuerdo con el Evangelio de Lucas, durante el reinado de Herodes el Grande, había un sacerdote llamado Zacarías, de la vivienda de Abías, cuya mujer, Elisabet, era también de la familia de Aarón.
Los cuatro evangelistas aseguran que los dos padres eran «rectos frente Dios», y no cometían ninguna falta en el momento de observar los mandamientos y órdenes de Dios. Cuando comienzan los eventos que cuenta Lucas, Zacarías no poseía hijos porque Elisabet era estéril y los dos eran de edad avanzada (Lucas 1:5-7).
Zacarías era un sacerdote justo y un profeta de Dios, cuyo trabajo era estar en el templo de Jerusalén. Con continuidad se encargaba de la administración de los servicios del templo y siempre se mantenía estable en la oración a Dios. Al llegar a su vejez, Zacarías empezó a preocuparse sobre quién continuaría con su legado de predicar el mensaje de Dios luego de su muerte y de hacer los servicios diarios del Templo luego de él. Zacarías empezó a rezar a Dios por un hijo: necesitaban un mensajero, un hombre de Dios que remplazara a Zacarías.
La oración por el nacimiento de un hijo no era sencillamente por el deseo de tener un niño; sino además, por el bien espiritual de la nación de Israel, puesto que se necesitaban un heredero varón que sirviera a Dios luego de él. Zacarías poseía compromiso espiritual, y buen temperamento; buscaba transladar lo que él poseía a su hijo. Su sueño era asegurarse que el mensaje de Dios fuera dado la nación de Israel.
Los deberes en el templo de Jerusalén se alternaban entre todas las líneas familiares descendientes de los designados por el rey David (1º Crónicas 24:1-19).Lucas dice que a lo largo de la semana donde debía ser útil en el templo Zacarías, le correspondía hacer la ofrenda del incienso (Lucas 1:8-11) De esta forma lo dice:
8Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio enfrente de Dios según el orden de su clase, 9conforme a la práctica del sacerdocio, le tocó en suerte prestar el incienso, accediendo en el santuario del Señor. 10Y toda la multitud del pueblo se encontraba fuera orando en el momento del incienso. 11Y se le nació un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. 12Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. 13Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración fué oída, y tu mujer Elisabet te va a proporcionar a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. 14Y vas a tener gozo y alegría, y varios se regocijarán de su nacimiento; 15porque va a ser grande enfrente de Dios. No beberá vino ni sidra, y va a ser lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 16Y va a hacer que varios de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. 17E irá enfrente de él con el espíritu y el poder de Elías, para llevar a cabo volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para elaborar al Señor un pueblo bien dispuesto. 18Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. 19Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy enfrente de Dios; y fuí enviado a hablarte, y ofrecerte estas buenas novedosas. 20Y en este momento quedarás mudo y no tendrás la posibilidad de comentar, hasta el día en que esto se realice, por cuanto no creíste mis expresiones, las cuales se cumplirán a su tiempo. 21Y el pueblo se encontraba aguardando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario. 22Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto perspectiva en el santuario. Él les hablaba por señas, y estuvo mudo. 23Y cumplidos los días de su ministerio, salió a su casa.
Tras regresar a su casa en Hebrón, concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en el hogar por cinco meses, diciendo: 25Así hizo conmigo el Señor en los días en que se dignó remover mi afrenta entre los hombres.
Zacarías y Elisabet educaron al pequeño como nazareo. Al octavo día de su nacimiento le llevaron a circuncidar así como exigían las normas religiosas. Sus vecinos y parientes habían asumido que el hijo se llamaría como su padre, siguiendo las prácticas. Elisabet, sin embargo, insistió que su nombre era Juan. Entonces Zacarías escribió en una tabla “su nombre es Juan”, y ahora, recuperó el habla y bendijo “al Señor Dios de Israel con una oración popular por algunos con el nombre de Benedictus(Lucas 1:57-79). El hijo creció y “fortaleció su espíritu”, pero salió a los desiertos de Judea hasta que asumió su ministerio, ganando el nombre de Juan el Bautista. (Lucas 1:80, Lucas 3:2-3 y Mateo 3:1).
A Zacarías se le ha dicho antes que a algún otra persona que Dios se encontraba realizando los preparativos de su visita a la tierra. Zacarías y su mujer, Elisabet, eran populares por su santidad personal. Eran la pareja perfecto para una labor particular para Dios.
Poseían la tristeza de no tener hijos. Los judíos veían esto como una prueba de que no contaban con la bendición de Dios. Zacarías y su mujer eran de edad avanzada y ya estaban resignados a no tener hijos.
Este viaje al templo de Jerusalén poseía guardado para Zacarías una bendición inesperada. Lo escogieron para ser el sacerdote que entraría en el Lugar Santo a fin de prestar incienso a Dios por el pueblo. De repente, para su enorme sorpresa y temor, se vio cara a cara con un ángel.
¡El mensaje del ángel era bastante bueno para ser cierto! Por otro lado, Zacarías no reaccionó tanto por las novedosas del Salvador venidero como por las inquietudes sobre su aptitud para ser padre del pequeño que el ángel le prometía. Su edad aparentaba tener más secuelas que la promesa de Dios. Como resultado, Dios le privó a Zacarías del habla hasta el cumplimiento de la promesa.
La oración profética de Lucas 1 es la más reciente imagen que poseemos de él. Como en la situacion de varios siervos leales de Dios, pasó en silencio por la escena de la cual configuró parte una vez cumplido su cometido. Es nuestro ídolo en los instantes en que dudamos de Dios y a la vez deseamos obedecerlo.
La crónica de Zacarías nos da la promesa de que Dios puede llevar a cabo enormes cosas por medio de uno cuando nos encontramos dispuestos a someternos a Dios.
En el año 2003 se descifró una inscripción en la popular Tumba de Absalón. Esta tumba era un monumento del siglo I en Jerusalén. La inscripción decía “ Esta es la tumba de Zacarías, el mártir, el sagrado sacerdote, el padre de Juan”. Algunos académicos creen que este es el sitio donde fue enterrado Zacarías el padre de Juan el Bautista. Eoerster de la Facultad Hebrea, dijo que la inscripción encaja con un texto católico del siglo VI que dice que Zacarías fue enterrado con Simón el Viejo y con Santiago, hermano de Jesús, y cree que la tumba como el texto son veraces.
Puntos fuertes y logros:
• Era un hombre justo
• Fue un sacerdote de Dios
• Una de las escasas personas que un ángel paso por de manera directa
• Padre de Juan el Bautista
Debilidades y errores:
• Por ahora dudó de la promesa del ángel de que tendría un hijo, gracias a su edad avanzada.
Enseñanzas de su vida:
• Los inconvenientes físicos no limitan a Dios
• Algunas veces Dios cumple su intención en formas inesperadas
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